Comer ¡es delicioso! Todos hemos experimentado esto, sobre todo cuando realmente nos damos el tiempo de compartir, saborear y disfrutar intensamente la comida. Es un excelente pretexto en cualquier situación: cuando estamos tristes…comemos, cuando estamos enojados…comemos, cuando estamos felices…¡celebramos con comida!, cuando estamos de ociosos…comemos, etc.
Consumir alimentos que nos gustan puede animarnos y hacernos sentir de mejor humor, satisfechos y relajados. Por el contrario, en ocasiones, comer nuestros alimentos favoritos puede provocarnos sentimientos negativos de culpa y remordimiento.
¿Cómo podemos reducir los efectos negativos y aumentar el impacto positivo de la comida en nuestro estado de ánimo?
Comer es uno de los placeres de la vida y, siempre que es posible, comemos alimentos que nos gustan y evitamos aquellos que no nos gustan. Los estudios demuestran que el hecho de comer los alimentos que uno prefiere puede estimular la liberación de serotonina y endorfinas, hormonas que mejoran nuestro humor.
"Es muy importante que tomemos el alimento como medio de vida y placer; pero como todas las emociones, los placeres no deben superar lo razonable".
No obstante, el hecho de que una comida nos resulte atractiva no sólo está relacionado con su gusto, también depende de:
· El hambre que tengamos
· Las experiencias previas con ese alimento, acumuladas en el subconsciente.
· Las circunstancias sociales en las que se consume.
· En otras palabras, lo que nos hace sentir bien es consumir el tipo de alimento apropiado, en el momento apropiado y en la compañía apropiada.
Antojos, impulsos, compulsiones
Los antojos, o los impulsos por comer alimentos concretos, son bastante comunes. La compulsión es la necesidad vehemente e irrefrenable de comer sin freno previsible. Entre el 60% y el 90% de las personas reconocen haber padecido alguno de estos trastornos. Tanto hombres como mujeres lo relacionan con actitudes y emociones diferentes.
Los hombres, tienen una reacción más instintiva, suelen pensar que los antojos surgen cuando tienen hambre. En cambio, las mujeres tienden a relacionarlos con reacciones más emocionales, como estados de ánimo negativos, aburrimiento o estrés.
Particularmente, la mujer tiende a experimentar más sentimientos negativos (culpa y remordimiento) tras haber ingerido la comida deseada.
Generalmente, el alimento objeto del antojo es una "comida prohibida", como por ejemplo el chocolate. Si se evita conscientemente este alimento, el deseo de consumirlo aumenta hasta que la persona al final no puede resistir a la tentación.
Después de consumir ese alimento, aparecen los sentimientos de culpa y remordimiento y la persona decide no volver a comerlo.
Olvidemos los sentimientos de culpabilidad relacionados con la alimentación. Para ello, debemos desarrollar una relación coherente con la comida y unos hábitos alimentarios inteligentes y saludables. Esto puede incluir una confección imaginativa y sabrosa de nuestras comidas favoritas para aumentar el placer sin incurrir en excesos.
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